La primera vez que vi un Vespino no pude dejar de mirarlo, le saqué decenas de fotos. Era septiembre de 2015, ese mismo día empecé a buscar por internet qué eran los Vespinos. 

Vi que había sido la moto de más éxito de la historia española, que en los años 70 y 80 había sido el medio de transporte favorito de los jóvenes.

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Luego entré en temas más técnicos. El diseño del conjunto del motor, con patente española, me fascinó. No podía creer lo simple que era y que funcionara. Todas las soluciones habían sido tomadas buscando un número mínimo de piezas y buscando la máximo economía. 

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Un año más tarde, en 2016, mi madre hablando con un amigo suyo comentó que me encantaban los Vespinos. Este le dijo que tenía dos que no utilizaba, que cuando quisiera fuese y me llevase alguno.

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En cuanto me lo dijo mi madre le llamé y me traje a casa el más antiguo de los dos, un SCAN del año 83. 

El proceso de legalización y restauración me costó 1 año. Empecé el verano de 2016 y lo acabé el verano de 2017.

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Desde que le saqué la ITV le he realizado cientos de kilómetros, lo utilizo para ir a donde sea, haga el tiempo que haga.